Ésta es una de esas cosas que amarías tener en tu casa, y la querés, pero sólo por quererla, esa es la cuestión. La querés y punto. Es la verdad, cruda pero verdad al fin... como esos pimenteros enormes que anhelás, que decís "Yo quiero uno!", y talvéz después ni bola le des. ¿Porqué? Porque sólo querías tenerlo, lo glorificaste sin razones. O esas heladeritas pequeñas, el famoso frigobar. Tener uno en la pieza, y llenarlo hasta no poder más de latitas, y simplemente no mover un pelo y refrescarte: ¡¡Qué saludable!! (inisisto y hago hincapié: ¡¡Qué saludable!!) Es que uno se pone terco con estas cosas, y necio, y se empecina... y no sabe bien porqué quiere éso que quiere e hincha tanto. Lo querés y ya. De caprichoso nomás.
(Foto cortesía: Flickr) Merecía un doblete. Luego de ver Sweeny Todd, tengo para decir lo siguiente: "I steaaaaaal youuuu, Johaaaaana"
Mírame, hermoso clavel. Distíngueme entre el campo de petunias. Pétalos sanos. Tallo suave. Calor intenso irradia mi esencia. Te quemas. Y mis hojas te encuentran y te confundes. Rojo enfurecido. Rojo carmesí. Encuéntrame en este sin fin de sensaciones.